América Latina se encuentra metida el mayor colapso financiero de su historia, no hay país en el continente que escape a la cesación de pagos, de la quiebra bancaria, del derrumbe de gobiernos y de regímenes políticos y de la irrupción de las masas trabajadoras en la escena política nacional.
América Latina se hunde bajo el peso de la deuda externa y la crisis de sobreproducción mundial, el vaciamiento financiero, productivo y comercial, el hundimiento de monedas y de los sistemas bancarios, la recesión y la quiebra de empresas.
Ante esto se abre en el continente una etapa furiosa de lucha de clases, de intervención del imperialismo, de golpes y contragolpes, y por sobre todo de une irrupción impetuosa de las masas explotadas en defensa de sus condiciones de vida.
Aun así, la extrema madurez de estas condiciones objetivas no es suficiente por sí solo para desencadenar la revolución llamada a sepultar la barbarie capitalista, lo único que la hace es tornarla posible e impostergable; hace falta todavía la suficiente madurez de la clase social que encarna la tendencia progresista de la historia, sea capaz de liderizar la transformación radical. La madurez de las condiciones subjetivas de la revolución se encarna y concentra en el partido obrero.
La solución de la actual crisis de la humanidad, el trabajo efectivo a favor de la revolución, confluyen a la estructuración del partido político del proletariado, la cual es la clave que puede realizar la transformación de la sociedad capitalista en socialista.
Toda la experiencia de las luchas sociales en escala mundial y latinoamericanas, toda la teoría marxista, enseñan que no existe mas camino que el de la construcción del partido revolucionario, que puede conducir a la victoria del proletariado y a la estructuración de su dictadura.
El elemento básico e insustituible en este propósito es el programa, que nace de asimilar críticamente la experiencia diaria de las masas y las generaliza. Para esto debemos interpretar y actuar dentro de los movimientos de las masas sin perder la independencia de clase y asumiendo la hegemonía política dentro del proceso revolucionario o lo que es lo mismo luchando e imponiéndonos contra el colaboracionismo clasista y todas sus variantes.
Veamos como: La clase obrera y los explotados deben prepararse políticamente para intervenir de manera revolucionaria en las enormes crisis y conmociones del derrumbe financiero y político de los regímenes burgueses del continente.El aspecto palmariamente progresista del nacionalismo burgués, pese a lo equívoco de sus enunciados, se afinca en la movilización que genera, no ciertamente con miras a liberar a los explotados, sino para apoyarse en ellos, con el fin de potenciarse y cuando es gobierno de poder negociar en mejores condiciones con la metrópoli.
Las medidas relativamente progresistas que ponen los diferentes representantes del nacionalismo, no en vano chocan con las tendencias situadas del lado del imperialismo y pueden terminar siendo bandera de los explotados y así se abre la posibilidad de su superación al pasar a manos de la clase obrera, de lo contrario bien pueden quedar estranguladas por obra de la negligencia y la traición de los regímenes nacionalistas. Señalar las limitaciones y traiciones del nacionalismo burgués, educa políticamente a los explotados e importa ganarlos para las posiciones marxistas, empeño en el que la crítica de los que están mas cerca de nosotros constituye el arma más poderosa con la que contamos.
Para alcanzar este meta es indispensable el programa al que el aventurerismo no le otorga la menor importancia y cree que pueda ser reemplazado por declaraciones generales e intrascendentes.Hay que recalcar que la burguesía nacional de hoy, no puede ya jugar un papel revolucionario, es una clase contrarrevolucionaria en definitiva; pero puede asumir con frecuencia actitudes anti-imperialistas sin posibilidades plenas de éxito.
Muchas corrientes y camadas de intelectuales pretendidamente socialistas han zozobrado ante tales espejismos y concluyen renunciando al campo de la revolución proletaria.La actitud correcta consiste en criticar despiadadamente, demostrando las limitaciones y el peligro de concluir traicionando la bandera enarbolada, por ejemplo en las nacionalizaciones donde el sector estatal opuesto al sector privado conlleva a la incapacidad de ir a fondo por su necesidad de mantener la vinculación o nexo con el capital foráneo para evitar su aislamiento y degeneración en medio del liberalismo económico, lo que queda como tarea no concluida y como única vía la de la dictadura del proletariado para consumar las medidas nacionalistas y transformarlas en socialistas es decir bajo control del gobierno obrero.
El desarrollo de la movilización de las masas y su radicalización necesariamente tienen que chocar con la dirección tradicional y así abrir la perspectiva de la formación de un poderoso partido obrero, capaz de cumplir debidamente su papel de dirección de los explotados.
La victoria revolucionaria no será posible sino se logra ganar a la mayoría de las masas oprimidas y su vez dislocar internamente al ejercito, mientras esto no se produzca puede siempre esperarse un golpe contrarrevolucionario preventivo destinado a cortar de raíz la movilización de las masas.
La revolución se hará utilizando los métodos propios de la revolución proletaria: la profunda movilización de los explotados y su acción directa, cualquier otra forma de lucha debe subordinársele. Hay que rechazar enérgicamente toda postura que sostenga la evolución pacífica del capitalismo al socialismo, o la instauración de éste por medio del parlamentarismo. A la definitiva caducidad de la burguesía nacional hay que poner osadamente la dictadura del proletariado, a los ensayos frente populistas oponer los frentes antiimperialistas o revolucionarios liderizados por la clase obrera encabezada por su partido.
La lucha revolucionaria, no importa en que latitud latinoamericana, no se le puede concebir al margen de la lucha por los Estados Unidos Socialistas de América Latina, único camino que permitirá el definitivo aislamiento y derrota del imperialismo.
Por el Reenganche inmediato todos los trabajadores y sindicalistas despedidos por defender mejoras en las condiciones de trabajo
Control obrero de PDVSA
Desconocimiento de la deuda externa
Nacionalización de la banca
Eliminación de la Corte Suprema de Justicia. Elección popular de los jueces
Cárcel para los que sabotearon el país
Abajo el golpe del FMI, Bush y la Coordinadora Democrática
Ajuste de salario similar al monto de la cesta Básica
A Fabrica Cerrada Fabrica Ocupada
Creación del cuarto turno de Trabajo (36 horas semanales) sin disminución del salario
Pago de un 80% al desocupado
Por una Seguridad Social Solidaria dirigida por los propios trabajadores
(Trabajo presentado por OPCION OBRERA en su web site: http://www.opcionobrera.org/node/63 )
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